sábado, 26 de abril de 2014

Maratón de Castellón 2014. Realidad o quimera???.

Bueno pues, tras unos días complicados, en los que la negatividad y los miedos han sido la nota predominante, parece que hoy empiezo a estar algo más animada.

Tras el diagnóstico de la lesión, el pasado martes, tomé la determinación de parar el tiempo que sea necesario hasta curarme por completo, aunque ello suponga tener que volver a empezar de cero. Sin duda ha sido una de las decisiones que más trabajo me ha costado tomar en la vida. Pero fue poner las cosas sobre una balanza imaginaria, que siempre suelo utilizar cuando me veo en alguna situación parecida, y que ésta se inclinase favorablemente hacia este lado.

Por una parte estaba el seguir entrenando un poco más, total, las molestias no habían hecho nada más que empezar y podría haber aguantado así hasta el 4 de Mayo, día en el que tenía previsto hacer un 10K, que constatara mi evidente mejoría, fruto de los entrenamientos que he estado haciendo los últimos meses, aún a riesgo de empeorar la lesión y que la recuperación fuese más larga y mucho más lenta. Y en el otro extremo de la balanza estaba parar, intentar recuperarme lo antes posible de la lesión y ver si soy capaz de cumplir el objetivo que me propuse antes de comenzar este año y el que, sin duda, es uno de mis mayores sueños desde que me entró esta "fiebre loca" por el running:


Y sí, ésta es una de las cosas que más ilusión me haría en la vida, y lo que me ha dado la fuerza de voluntad suficiente para dejar de entrenar hasta que sea necesario. Para toda la gente que ya ha corrido una Maratón es super fácil de entender, pero para, los que como yo, aún no hemos debutado en esta distancia, y para l@s que no lo harán jamás, quizás no lo sea tanto. Lo cierto es que, desde que realicé la inscripción el pasado 27 de Febrero, para mi ya no hay otra cosa más importante. Y para ello sacrificaré todo lo que haya que sacrificar, renunciaré a todo lo que haya que renunciar, y empezaré de nuevo todas las veces que sea necesario.

Tengo una amiga que me dice que estoy loca, que el Maratón es una distancia inhumana y que si lo he pensado bien antes de hacer la inscripción y embarcarme en este sueño-aventura. Pues claro que lo he pensado bien, si no, jamás me habría inscrito. Además, pese a que mi apariencia sea la de alguien frágil, me considero una mujer fuerte. Y si otras mujeres han podido hacerlo antes, por qué no iba a poder yo???.

Tengo claro que un Maratón no es cualquier carrera. Que no es un 10K ni tan siquiera una Media Maratón. Que no puedes levantarte un día y decir: "Voy a correr una Maratón". Que prepararla me supondrá mucho esfuerzo, mucho sacrificio y muchas semanas de entrenamiento. Que habrá días en los que me duela todo y no me apetezca ni salir a correr, y aún así, tendré que hacerlo. Que en más de un momento durante la preparación de la misma pensaré: "Quién me mandaría a mi meterme en esto". Y en definitiva, que esto no será coser y cantar, ni un paseo por una alfombra roja.
Pero lo que también sé, es que si el 7 de Diciembre consigo cruzar esa meta, todo habrá merecido la pena.
Muchas personas que ya han tenido la suerte de vivir esa experiencia, me han transmitido que ese momento es algo tan intenso, que no se te olvida jamás. Y que, aunque corras muchas más en tu vida, la primera siempre será la primera.

Y ésa es una de las razones que me hicieron decidirme por ésta en concreto, a más de 400 kilómetros de donde vivo, pese a que en Madrid también se celebra una todos los años y me pilla a tan sólo 45 kilómetros de casa.
No quiero correr entre una "marabunta" de gente (este año sólo en Maratón hay 16000 dorsales, sin contar la gente que correrá la Media Maratón o los 10K).
Me niego a pagar 50 euros por el dorsal más barato en una carrera en la que este año la bolsa del corredor no trae apenas nada, y la camiseta es de tan mala calidad, que en una simple carrera popular de cualquier pueblo perdido de la geografía española, te dan una bastante mejor, y por tan sólo 5 euros el dorsal, puedo dar fe de ello.
No quiero llegar y que se hayan terminado las medallas de finisher, cosa que me parece absolutamente vergonzoso. O que te den un simple plástico para protegerte del frío, en el mejor de los casos, cuando la distancia existente desde meta hasta el ropero tarda en hacerse, caminando, más de media hora. Y no creo que después de haberte metido más de 42 kilómetros en las piernas, tengas ganas de correr mucho más. Sin ir más lejos, en la pasada edición un compañero mío del club se pilló un buen resfriado, con fiebre incluso, por este motivo. Y es que cuando llegó (tardó más de 5 horas), se habían acabado los plásticos protectores, sin comentarios.
Y, aunque en principio, pensé en la de Valencia, como una buena opción, terminé descartándola por los mismos motivos.
En cambio de la de Castellón sólo he leído buenas críticas por parte de la gente que ya ha participado en las ediciones anteriores. Es una carrera nada masificada, en la que la prioridad es la atención al corredor y eso es de agradecer, así que seguro que merece la pena hacerse unos cuantos kilómetros para debutar allí.Y, aunque, para eso aún faltan más de siete meses, ya sueño con ese momento. 
Que lo consiga o no, dependerá, en gran medida, de que pueda recuperarme bien de la dichosa tendinitis. 
Pero yo siempre he pensado que soñar es de las mejores cosas que existen, porque aparte de hacerte muy feliz, aunque sea por un corto espacio de tiempo, los sueños son gratis. Y uno muy especial puede hacerse realidad ese día o hacerme despertar y volver a la triste realidad. Porque aunque al final no lo logre, habrá merecido la pena intentarlo.

Ojalá la suerte, que últimamente no me acompaña demasiado, se ponga de mi lado y me permita ese día recorrer los 42,195 kilómetros que pueden cambiar mi vida para siempre. Cruzaremos los dedos...


martes, 22 de abril de 2014

Tendinitis vs July, primer asalto

Si llegan a decirme hace unos días que mi segunda entrada del blog sería para contar esto...No sé, o soy algo gafe, o parece como si la mala suerte me persiguiera.

Me explico: Después de finalizar el rodaje del viernes pasado, cuando ya me disponía a coger el coche y me marchaba a casa noté un pinchazo extraño en la cara interior de la tibia derecha. No le dí mayor importancia, porque parecía que sólo había sido eso y además, como el sábado me tocaba descansar pensé que se me pasaría solo. 

Salí de casa el domingo con algo de miedo, más que por el entrenamiento en sí, que era un Tempo Run de 8 km a 4:50/km, por si volvía a repetirse el extraño pinchazo-calambre posterior al entrenamiento del viernes. Pero no fue así. No sólo pude correr sin molestia alguna, sino que además el entrenamiento me dejó bastante satisfecha. Muy buenas sensaciones corriendo a ritmos que ya creía haber olvidado.

Sin embargo, el domingo por la noche volví a notar de nuevo el dolor, esta vez algo más fuerte que la primera vez y no se pasó tan rápido. Decidí tomarme un antiinflamatorio e irme sin más a dormir y dependiendo de cómo me encontrase a la mañana siguiente, tomaría la decisión de entrenar o no.

Me desperté a las 7 de la mañana, como hago habitualmente , y sin dolor. Así que me puse la ropa de entrenar y para la calle. Empecé a correr y cuando parecía que no había ni rastro de la molestia el dolor volvió. No era tan fuerte como el del domingo por la noche en reposo, pero fue suficiente como para empezar a preocuparme. En estos dos años nunca había corrido con dolor. Calculé que me quedarían como unos 2 kilómetros (o algo menos) para terminar el entrenamiento, así que decidí seguir corriendo, en vez de parar y ponerme a caminar hasta donde tenía el coche, porque el dolor era más o menos soportable. Creo que me equivoqué de lleno, pero bueno, ya no se puede dar marcha atrás. Ya en casa, con reposo, me seguía doliendo bastante. Me puse hielo unas tres veces y me apliqué una pomada antiinflamatoria que siempre tengo en casa para alguna emergencia, pero el dolor ahí seguía. No es que fuese algo de forma continua, pero si eran unos calambres intermitentes como en el interior el músculo y bastante dolorosos.

Algo malo me pasaba, así que, después de pensarlo mucho, llamé a una amiga mía que, no hace mucho se ha hecho un esguince corriendo y está yendo a una clínica de fisioterapia a tratarse. La verdad es que, como nunca me había pasado nada desde que empecé a correr, no tenía ni idea de dónde acudir. Ella me había hablado muy bien de su fisioterapeuta (una mujer), o sea que no tenía muchas más opciones. Me dan cita como pronto a las 11:30 de esta misma mañana, así que le digo que sí, y ya a intentar no darle muchas vueltas, a tratar de no pensar demasiado, pero sobre todo, a evitar autodiagnosticarme y no leer en internet todas las cosas que la gente, a la que le ha pasado algo parecido escribe, porque es para ponerse a llorar. Doy fe de ello, porque me pudo la curiosidad, me dio por echarle un vistazo por encima y terminé apagando el ordenador con el paquete de pañuelos de papel en la mano, o sea, desmoralizada total.

Acabo de llegar a casa de la visita a la fisioterapeuta, que, a pesar del daño que me ha hecho, me ha parecido una persona encantadora. En cuanto ha empezado a meterme los dedos por todos y cada uno de los rincones de la pierna, ha dado con el diagnóstico: tendinitis en el tibial posterior derecho.




Pufff, lo que me faltaba!!!. Tenía que ser justo ahora que empezaba a encontrarme de nuevo bien corriendo después de la forma que había perdido por el parón navideño. Pero bueno, supongo que estas cosas pasan así. Los problemas no siempre nos vienen en el mejor de los momentos. Y como escribí en mi anterior entrada, el día que algo así me pasase, sólo esperaba poder afrontarlo lo mejor posible. Pues bien, para mi desgracia ese día ha llegado. 
Después de salir de la consulta, en la que he estado más de una hora, lo veo todo de color negro y siento rabia, impotencia y ganas de llorar. Y no por el daño que me ha hecho durante el masaje de descarga, mi dolor es de otro tipo. La fisio ha sido clara: de momento nada de correr, mínimo hasta la semana que viene, en la que volverá a verme de nuevo, para ver si ha remitido la inflamación del tendón, aunque mucho me temo que eso me llevará algún tiempo más.
Eso significa adiós al estado de forma que estaba volviendo a coger y vuelta a empezar de cero cuando pueda retomar los entrenamientos. 
Y, aunque es muy duro, lo tengo claro, nada de correr por el momento. Puede que parezca que estoy muy loca en determinados momentos de mi vida, pero en éste tengo que ser sensata. Por nada del mundo pondría en riesgo cualquier opción de llegar en condiciones al gran objetivo de este año. Y aunque, no existan garantías de que pueda lograrlo, si no paro ahora, que aún estoy a tiempo, las posibilidades se reducen considerablemente. Cómo llegue de fuerte al mes de Diciembre ya es lo que menos cuenta, pero lo verdaderamente importante es poder cruzar esa meta y vivir la gran experiencia de mi vida. Y para eso ahora toca sacrificar otras cosas.
En todo el tiempo que llevo corriendo, jamás había parado, a excepción de una semana en las Navidades pasadas, para recuperarme un poco de toda la caña que le había metido a mis piernas en el 2013. Ahora sabré lo que es no poder correr de verdad, y aunque sé que va a ser muy duro, quizás necesitaba algo así para aprender a valorar lo que este deporte aporta a mi día a día.

Por desgracia en esta vida, la mayoría de las veces, no nos damos cuenta de lo importante que son las cosas, hasta que empiezan a faltarnos. Y eso es lo que me toca ahora, echar de menos correr. Por cuánto tiempo, aún no lo sé, todo depende de cómo vaya evolucionando la lesión. Ojalá que no sea mucho, pero aún así, estoy preparada para lo peor, en el supuesto caso de que las cosas no salgan según lo previsto. 

Lo que no te mata, te hace más fuerte, es una frase que siempre me ha gustado, y que estos días cobrará especial significado para mi. Total, ya he pasado por cosas peores y aún sigo "viva", así que una tendinitis no va a poder conmigo, o al menos, eso espero.


jueves, 17 de abril de 2014

Hasta que la muerte nos separe...o se interpongan las lesiones

Tras mucho darle vueltas, por fin me he decidido a empezar mi andadura como blogger. No sé qué tal se me dará esto, y ni siquiera cuanto tiempo duraré. Tampoco cada cuánto espaciaré mis entradas en el mismo. Aunque para esto último me dejaré llevar por mis impulsos, porque así soy yo, impulsiva por naturaleza.

Me encantaría poder contar que llevo media vida en esto, que voy sobrada y que corro tan rápido que la mayoría de la gente se para al verme pasar, pero lo cierto es que no. 
Como dice el encabezado de este blog, lo cierto es que tan sólo soy una chica normal y corriente que se calzó sus primeras zapatillas de correr un 7 de Mayo de 2012, o sea, hace algo menos de dos años. Así que lo que soy realmente es nueva en esto, con una gran ilusión y no menos ganas de aprender y mejorar poco a poco, pero una novata al fin y al cabo.
Aún no he olvidado aquel 7 de Mayo, en el que, con unas zapatillas viejas y demasiado gastadas del Decathlon, que utilizaba para hacer bici elíptica de vez en cuando en casa, salí a correr en compañía de una amiga. Sólo estuvimos 12 minutos e hicimos 2 kilómetros, pero acabamos tan cansadas que parecía que habíamos terminado de correr una Media Maratón. Ese día marcó un antes y un después en mi vida, porque, aunque al día siguiente tenía unas agujetas y unos dolores terribles en todo mi cuerpo, de cintura para abajo, decidimos volver a salir a correr. Esta vez, una distancia más respetable, unos 5 kilómetros, más o menos.
Podría seguir relatando como siguió la historia, pero supongo que conocéis de sobra el final, así que os ahorraré la tediosa lectura. Pues sí, habéis adivinado, lo cierto es que ya no volví a quitarme esas zapatillas. Bueno, ésas sí que me las quité, porque si no hubiese acabado lesionada, pero para comprarme unas mejores y poder correr con garantías, dado que esto ya me había enganchado por completo y necesitaba salir a correr con la seguridad suficiente de que no me iba a dejar las piernas en el intento.
Y digo bien, salir a correr, y no a entrenar, porque eso es lo que hacía durante los nueve primeros meses. Iba por impulsos, sin objetivos claros, corriendo siempre la misma distancia, 10 kilómetros, e intentando que cada día saliese un poco más rápido, para demostrarme a mi misma lo buena que era y lo que mejoraba día a día. Aunque quizás debería haber dicho lo imbécil, en vez de lo buena, porque eso es lo que era, una imbécil en toda regla, que tuvo mucha suerte de no acabar lesionada por sobreentrenarse más de la cuenta.
Lo cierto es que llegó un momento en que las cosas no iban nada bien, me costaba horrores salir a entrenar y más que mejorar, lo que me pasaba es que me había quedado estancada. Las carreras de 10K, que eran las más largas que hacía hasta ese momento, cada vez salían peor y cada vez sufría más para terminarlas. Y en medio de todo ese "caos", me había inscrito ya a una Media Maratón, por fin iba a debutar en una distancia seria, y no tenía ni idea de como empezar a prepararla, o sea que iba lista, y apareció mi "salvador". Y digo que me salvó de verdad, porque de no haber sido por él, ya hace tiempo que me habría cansado de esto y lo habría dejado, bien por aburrimiento, o bien porque en una de las burradas de carreras que hacía a diario, me habría lesionado fijo.
Aunque a él me gustaría dedicarle una entrada aparte, es lo mínimo que se merece por todo lo que me ha aguantado desde entonces, diré que es una de las mejores personas que no he conocido (aún) en mi vida. Porque, aunque no le conozco personalmente, no sólo me ayudó a preparar esa Media Maratón, planificándome todas las semanas de entrenamiento hasta que se celebró la prueba, sino lo más importante de todo, me cambió la perspectiva de ver este deporte. Y es a partir de este momento, cuando se puede decir que dejé de salir a correr, para empezar a entrenar. Así que lo que le debo desde entonces, no creo nunca poder terminar de agradecérselo, pero eso lo contaré más despacio otro día.

A lo que voy en esta entrada, que me desvío del tema, es que soy tan "adicta" a este deporte, que los días que no toca entrenar, parece que me falta algo. No sé explicar muy bien por qué corro. Desde luego que no es para mantenerme en forma, ni para intentar lucir un cuerpo de escándalo que todo el mundo envidie, entre otras cosas, porque tampoco lo tengo. Y aunque me ayude indirectamente a mantener la figura, creo que correría igual si no lo hiciera, y pobre de aquéll@s que lo hagan sólo por este motivo, porque tienen los días contados como runners. En mi opinión todo lo que se hace como "sacrificio", acaba por cansarte. Supongo que correr me ayuda a sentirme "viva", pero sobre todo a alejar los malos pensamientos y a mantener mi mente en un estado óptimo, que no lo estaba para nada cuando me inicié en esto, así que me inclino a pensar que es esto lo que me tiene tan "enganchada".
No pienso dejarlo hasta que me muera, como si de un matrimonio se tratase, o hasta que me lesione, porque, aunque hasta ahora me voy librando, alguna vez me tendrá que tocar. Bursitis, tendinitis, fascitis, periostitis, condropatía, etc... son palabras que me ponen los pelos como escarpias de sólo nombrarlas, pero que, tarde o temprano me tocará verme las caras con alguna de ellas. Es lo que tiene el deporte, más en concreto éste, por ser un deporte de impacto, vamos que en el sofá de casa no se lesiona un@, pero aún así, habrá que asumir ese riesgo.
Cuando me toque, espero ser paciente y saber encajarlo como toca, aunque lo cierto es que me hartaré de llorar y lo veré todo de manera negativa, porque, mira que me empeño en cambiar, pero así soy yo, tengo esa "tara" de nacimiento.
Sólo espero que, cuanto más tarde mejor, sobre todo este año que me he propuesto un objetivo ambicioso y me gustaría poder alcanzarlo. Pero cuando se persigue un sueño, todo puede pasar, así que, habrá que correr ese riesgo. La vida es una aventura constante y hay que estar preparad@ para todo.
Qué cuál es mi objetivo de este año??. Pues eso mejor lo cuento en otra entrada, aunque l@s que entendéis un poco de esto seguro que sabéis de lo que se trata.

Hasta la próxima!!!.