Tras el diagnóstico de la lesión, el pasado martes, tomé la determinación de parar el tiempo que sea necesario hasta curarme por completo, aunque ello suponga tener que volver a empezar de cero. Sin duda ha sido una de las decisiones que más trabajo me ha costado tomar en la vida. Pero fue poner las cosas sobre una balanza imaginaria, que siempre suelo utilizar cuando me veo en alguna situación parecida, y que ésta se inclinase favorablemente hacia este lado.
Por una parte estaba el seguir entrenando un poco más, total, las molestias no habían hecho nada más que empezar y podría haber aguantado así hasta el 4 de Mayo, día en el que tenía previsto hacer un 10K, que constatara mi evidente mejoría, fruto de los entrenamientos que he estado haciendo los últimos meses, aún a riesgo de empeorar la lesión y que la recuperación fuese más larga y mucho más lenta. Y en el otro extremo de la balanza estaba parar, intentar recuperarme lo antes posible de la lesión y ver si soy capaz de cumplir el objetivo que me propuse antes de comenzar este año y el que, sin duda, es uno de mis mayores sueños desde que me entró esta "fiebre loca" por el running:
Y sí, ésta es una de las cosas que más ilusión me haría en la vida, y lo que me ha dado la fuerza de voluntad suficiente para dejar de entrenar hasta que sea necesario. Para toda la gente que ya ha corrido una Maratón es super fácil de entender, pero para, los que como yo, aún no hemos debutado en esta distancia, y para l@s que no lo harán jamás, quizás no lo sea tanto. Lo cierto es que, desde que realicé la inscripción el pasado 27 de Febrero, para mi ya no hay otra cosa más importante. Y para ello sacrificaré todo lo que haya que sacrificar, renunciaré a todo lo que haya que renunciar, y empezaré de nuevo todas las veces que sea necesario.
Tengo una amiga que me dice que estoy loca, que el Maratón es una distancia inhumana y que si lo he pensado bien antes de hacer la inscripción y embarcarme en este sueño-aventura. Pues claro que lo he pensado bien, si no, jamás me habría inscrito. Además, pese a que mi apariencia sea la de alguien frágil, me considero una mujer fuerte. Y si otras mujeres han podido hacerlo antes, por qué no iba a poder yo???.
Tengo claro que un Maratón no es cualquier carrera. Que no es un 10K ni tan siquiera una Media Maratón. Que no puedes levantarte un día y decir: "Voy a correr una Maratón". Que prepararla me supondrá mucho esfuerzo, mucho sacrificio y muchas semanas de entrenamiento. Que habrá días en los que me duela todo y no me apetezca ni salir a correr, y aún así, tendré que hacerlo. Que en más de un momento durante la preparación de la misma pensaré: "Quién me mandaría a mi meterme en esto". Y en definitiva, que esto no será coser y cantar, ni un paseo por una alfombra roja.
Pero lo que también sé, es que si el 7 de Diciembre consigo cruzar esa meta, todo habrá merecido la pena.
Muchas personas que ya han tenido la suerte de vivir esa experiencia, me han transmitido que ese momento es algo tan intenso, que no se te olvida jamás. Y que, aunque corras muchas más en tu vida, la primera siempre será la primera.
Y ésa es una de las razones que me hicieron decidirme por ésta en concreto, a más de 400 kilómetros de donde vivo, pese a que en Madrid también se celebra una todos los años y me pilla a tan sólo 45 kilómetros de casa.
No quiero correr entre una "marabunta" de gente (este año sólo en Maratón hay 16000 dorsales, sin contar la gente que correrá la Media Maratón o los 10K).
Me niego a pagar 50 euros por el dorsal más barato en una carrera en la que este año la bolsa del corredor no trae apenas nada, y la camiseta es de tan mala calidad, que en una simple carrera popular de cualquier pueblo perdido de la geografía española, te dan una bastante mejor, y por tan sólo 5 euros el dorsal, puedo dar fe de ello.
No quiero llegar y que se hayan terminado las medallas de finisher, cosa que me parece absolutamente vergonzoso. O que te den un simple plástico para protegerte del frío, en el mejor de los casos, cuando la distancia existente desde meta hasta el ropero tarda en hacerse, caminando, más de media hora. Y no creo que después de haberte metido más de 42 kilómetros en las piernas, tengas ganas de correr mucho más. Sin ir más lejos, en la pasada edición un compañero mío del club se pilló un buen resfriado, con fiebre incluso, por este motivo. Y es que cuando llegó (tardó más de 5 horas), se habían acabado los plásticos protectores, sin comentarios.
Y, aunque en principio, pensé en la de Valencia, como una buena opción, terminé descartándola por los mismos motivos.
En cambio de la de Castellón sólo he leído buenas críticas por parte de la gente que ya ha participado en las ediciones anteriores. Es una carrera nada masificada, en la que la prioridad es la atención al corredor y eso es de agradecer, así que seguro que merece la pena hacerse unos cuantos kilómetros para debutar allí.Y, aunque, para eso aún faltan más de siete meses, ya sueño con ese momento.
Que lo consiga o no, dependerá, en gran medida, de que pueda recuperarme bien de la dichosa tendinitis.
Pero yo siempre he pensado que soñar es de las mejores cosas que existen, porque aparte de hacerte muy feliz, aunque sea por un corto espacio de tiempo, los sueños son gratis. Y uno muy especial puede hacerse realidad ese día o hacerme despertar y volver a la triste realidad. Porque aunque al final no lo logre, habrá merecido la pena intentarlo.
Ojalá la suerte, que últimamente no me acompaña demasiado, se ponga de mi lado y me permita ese día recorrer los 42,195 kilómetros que pueden cambiar mi vida para siempre. Cruzaremos los dedos...